Durante tres años dirigí un estudio orientado a conocer mejor las expectativas de alumnos estadounidenses en programas educativos en España.

Entre otras cosas, queríamos saber cuáles eran sus expectativas antes de llegar a España, en qué se basaban y si se cumplieron.

La mayoría de ellos tenían las siguientes expectativas:

  • Divertirse
  • Viajar y hacer amigos
  • Tomarse un descanso del trabajo “real”
  • Aprender más sobre sí mismos y tener más autonomía

 

Curiosamente, el aprendizaje del idioma extranjero, uno de los motivos principales para estudiar en otro país, no era una prioridad. Algunos de estos estudiantes no tenía unas expectativas claras; a veces, esto ocurría porque no habían recibido una información específica (ni la habían buscado activamente) sobre qué iban a encontrar; otras veces, ellos mismos decidían que querían disfrutar de la experiencia con la mente abierta, y en general, los resultados de estos últimos eran mejores.

¿Se cumplieron sus expectativas? En general sí, pero no en su mayoría. Sí se divirtieron, sí se tomaron un descanso del trabajo ”real”, sí aprendieron más sobre sí mismos (a menudo a través de situaciones incómodas o no buscadas), pero no consiguieron hacer amigos locales, españoles. Principalmente, porque su competencia linguistica en español no mejoró, porque les costaba salir de su zona de confort y porque “perdían” los primeros días e incluso las primeras semanas en una continuación de su vida en su país, pero en une scenario distinto.

Las expectativas de cada persona son únicas e instransferibles. No podemos satisfacerlas en su totalidad, a veces ni siquiera en parte, pero sí podemos preparar a los estudiantes para saber qué esperar y ser consecuentes con los hallazgos, les gusten o no. Forma parte del aprendizaje vital.